Prácticamente todos los productos farmacológicos disponibles hoy en día indican en sus respectivos prospectos que en caso de que una mujer esté embarazada o piense que puede estarlo debe abstenerse de consumir el producto hasta consultarlo con su médico o farmacéutico habitual. Esto no significa exactamente que puedan ser peligrosos sino que a veces los efectos adversos puedan desaconsejar su uso o las molestias derivadas de estos posibles efectos secundarios no compensen del beneficio obtenido.
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